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La poesía de Phillis Wheatley

Phillis Wheat­ley (1753–84) nació en África Occi­den­tal, prob­a­ble­mente en Sene­gal, y fue traí­da en cal­i­dad de escla­va a Boston en 1761 cuan­do tenía siete u ocho años. Estu­vo al ser­vi­cio de Susan­na Wheat­ley, esposa del com­er­ciante John Wheat­ley. Esta pare­ja la educó en griego, latín, inglés, his­to­ria y teología, entre otras mate­rias. Según las inves­ti­ga­ciones de Vin­cent Car­ret­ta, los esposos tuvieron un vín­cu­lo emo­cional inmedi­a­to con Phillis, debido a que tuvieron una hija que murió a los siete años[1]. Wheat­ley escribió sus primeros poe­mas cuan­do era aún una ado­les­cente y pub­licó el libro de poe­mas Poems on Var­i­ous Sub­jects, Reli­gious and Moral en Lon­dres en 1773 gra­cias al aus­pi­cio filantrópi­co de Seli­na Hast­ings, Con­de­sa de Hunt­ing­don, quien en ese entonces ya había sido respon­s­able de pub­licar la auto­bi­ografía del escla­vo Ukaw­saw Gron­nio­saw[2].

Imá­gen: Wiki­me­dia

Wheat­ley fue la primera afrode­scen­di­ente en pub­licar un libro de poe­mas en lengua ingle­sa. Su escrit­u­ra demostró conocimien­to de la lit­er­atu­ra greco­lati­na, como mues­tra su poe­ma “To Mae­ce­nas”, así como su interés en reflex­ionar sobre la esclavitud:

“On Being Brought from Africa to America”

Twas mercy brought me from my Pagan land,
Taught my benighted soul to understand
That there's a God, that there's a Saviour too:
Once I redemption neither sought nor knew.
Some view our sable race with scornful eye,
"Their colour is a diabolic die."
Remember, Christians, Negros, black as Cain,
May be refin'd, and join th' angelic train.[3]
“Sobre ser trasladada de África a América”

Fue misericordia la que me trajo de mi Tierra pagana,
Le enseñó entendimiento a mi ignorancia infame
Que hay un Dios, que hay un Salvador también:
Cuando yo no busqué ni conocí redención.
Algunos vieron nuestra raza de sable con ojos desdeñosos,
“Su color es una matriz diabólica”.
Recuerde, Cristianos, Negros, negros como Caín,
Deben ser refinados, y unirse al tren angélico.

De esta man­era procla­ma la inte­gración social de las per­sonas en fun­ción de la instruc­ción en el cre­do reli­gioso. En 1772, antes de la pub­li­cación de este vol­u­men, Wheat­ley fue eval­u­a­da por diecio­cho int­elec­tuales y per­son­al­i­dades de Boston para deter­mi­nar si era real­mente la auto­ra de los poe­mas. Según Hen­ry Louis Gates la trascen­den­cia de este hecho sig­nificó que: “If she had indeed writ­ten her poems, then this would demon­strate that Africans were human beings and should be lib­er­at­ed from slav­ery” [Si ella efec­ti­va­mente había escrito sus poe­mas, entonces esto demostraría que los africanos eran seres humanos y que debían ser lib­er­a­dos de la esclav­i­tud][4]. Esta pos­tu­ra resulta­ba cru­cial para la ten­den­cia abo­l­i­cionista que comen­za­da a exac­er­barse en Nue­va Inglater­ra. El tes­ti­mo­nio afir­ma­ti­vo de ver­i­fi­cación de la autoría de Wheat­ley se pub­licó en las primeras pági­nas de su libro. Después de pub­li­car­lo fue eman­ci­pa­da y ganó fama en Inglater­ra y en las colo­nias amer­i­canas. Entre sus com­posi­ciones más fre­cuentes se encuen­tran elegías a ami­gos y extraños, que escribió por encar­go, y temas religiosos:

“On Virtue”

O thou bright jewel in my aim I strive
To comprehend thee. Thine own words declare
Wisdom is higher than a fool can reach.
I cease to wonder, and no more attempt
Thine height t’explore, or fathom thy profound.
But, O my soul, sink not into despair,
Virtue is near thee, and with gentle hand
Would now embrace thee, hovers o’er thine head.
Fain would the heaven-born soul with her converse,
Then seek, then court her for her promised bliss.
 
Auspicious queen, thine heavenly pinions spread,
And lead celestial Chastity along;
Lo! now her sacred retinue descends,
Arrayed in glory from the orbs above.
Attend me, Virtue, thro’ my youthful years!
O leave me not to the false joys of time!
But guide my steps to endless life and bliss.
Greatness, or Goodness, say what I shall call thee,
To give a higher appellation still,
Teach me a better strain, a nobler lay,
O Thou, enthroned with Cherubs in the realms of day![5]
“Sobre la virtud”

Oh tú joya brillante en mi objetivo me esfuerzo
En comprenderte. Tus propias palabras declaran
La sabiduría está más arriba de lo que el tonto puede alcanzar.
Dejo de preguntar, y no intento más
Explorar tu altura, o desentrañar tu profundidad.
Pero, oh mi alma, no se hunde en la angustia,
La Virtud está cerca tuyo, y con mano cuidadosa
Te abrazaría ahora, planea sobre tu cabeza.
El alma nacida-del-cielo conversaría con ella de buen grado,
Luego la busca, luego la corteja por su dicha prometida.
 
Reina auspiciosa, sus alas celestiales despliega,
Y dirige una Castidad celestial con ella;
¡Mirad! Ahora desciende su sagrada comitiva,
Engalanada en gloria de las esferas superiores.
¡Cuídame, Virtud, durante mis años mozos!
¡Oh no me dejes ante las alegrías falsas del tiempo!
Pero guía mis pasos a la vida eterna y al gozo.
Grandeza, o Bondad, di cómo debo llamarte,
Para darte un nombre mayor todavía,
Enséñame un mejor esfuerzo, un canto más noble,
¡Oh Tú, entronizada con querubines en los reinos del día!

En 1778 Wheat­ley se casó con John Peters, un negro libre con aspira­ciones de nego­cios. Después de la Guer­ra de Inde­pen­den­cia de Esta­dos Unidos (1775–1783) su situación económi­ca decayó pro­fun­da­mente debido a la escasez gen­er­al­iza­da de empleo y la com­pe­ten­cia dis­par en el mer­ca­do lab­o­ral entre blan­cos y negros. Sigu­ió escri­bi­en­do y pub­licó en revis­tas poe­mas de corte nacional­ista y de orgul­lo inde­pen­den­tista. Lam­en­ta­ble­mente, murió en extrema pobreza. Wheat­ley fue pio­nera de la tradi­ción lit­er­aria afroamer­i­cana y, por tan­to, la res­o­nan­cias políti­cas y estéti­cas de su vida y su escrit­u­ra seguirán enrique­cien­do los estu­dios sobre la cul­tura de la diás­po­ra africana.


[1] Car­ret­ta, Vin­cent. Phillis Wheat­ley: Biog­ra­phy of a Genius in Bondage. Athens: Uni­ver­si­ty of Geor­gia Press, 2011. p.14.

[2] Louis Gates, Hen­ry. The tri­als of Phillis Wheat­ley: America’s first Black poet and her encoun­ters with the found­ing fathers. New York: Bas­ic­Civ­i­tas Books, 2003. p. 30.

[3] Wheat­ley, Phillis. Poems on Var­i­ous Sub­jects, Reli­gious and Moral. Philadel­phia: Joseph James, 1773. p. 10. (Tra­duc­ción mia).

[4] Ibid. p.27.

[5] Ibid. p.8. (Tra­duc­ción mia).

La poesía de Marianne Moore

Mar­i­anne Moore (Mis­souri, 1887- New York, 1972). Estudió biología e his­to­ria en Bryn Mawr Col­lege. Tra­ba­jó en la Bib­liote­ca Públi­ca de Nue­va York y, además de poeta, fue edi­to­ra de la influyente revista Dial entre 1925 y 1929. Tam­bién escribió ensayos sobre una var­iedad de temas que incluyen la lit­er­atu­ra, la pin­tu­ra, el deporte, la músi­ca, etc. Com­prendió la poesía como un mal nece­sario que favorecía el des­cubrim­ien­to de com­po­nentes pri­mor­diales de la real­i­dad: “I, too, dis­like it. / Read­ing it, how­ev­er, with a per­fect con­tempt for it, one dis­cov­ers in it, after all, a place for the gen­uine” [A mí tam­poco me gus­ta. Al leer­la, sin embar­go, con un des­dén per­fec­to, se des­cubre en ella, después de todo, un lugar para lo gen­uino][1].

Mar­i­anne Moore, 1935. Bild: George Platt Lynes

La orig­i­nal­i­dad de su escrit­u­ra la con­vir­tió en un ref­er­ente para la poesía de la primera mitad del siglo XX norteam­er­i­cano sin que se la minus­val­o­rara como se hacía has­ta ese entonces con las escritoras en los esce­nar­ios lit­er­ar­ios pre­dom­i­nan­te­mente mas­culi­nos. Se dis­tin­guió por su capaci­dad de obser­vación y por su explo­ración de la dimen­sión imag­i­na­ti­va y visu­al del poe­ma. Con fre­cuen­cia su escrit­u­ra alude a ani­males para invo­car una reflex­ión sobre la exis­ten­cia humana y sus mis­te­rios, como el poe­ma “The Fish”:

wade

through black jade.

Of the crow-blue mus­sel-shells, one keeps

adjust­ing the ash-heaps;

open­ing and shut­ting itself like


an

injured fan.


[…]


All

exter­nal

marks of abuse are present on this

defi­ant edifice —

all the phys­i­cal fea­tures of

ac-

cident — lack

of cor­nice, dyna­mite grooves, burns, and

hatch­et strokes, these things stand

out on it; the chasm-side is


dead.[2]

internarse

en el jade negro.

Del cuer­vo-azul con­cha de mejil­lón, se sigue

alin­e­an­do los mon­tones de ceniza;

abrién­dose y encer­rá­dose como


un

ven­ti­lador herido.


[…]


Todas

las mar­cas

exter­nas de abu­so están pre­sentes en

un edi­fi­cio rebelde —

todos los sig­nos físi­cos de

ac-

ciden— tal falta

de cor­nisa, sur­cos de dina­mi­ta, que­maduras, y

ataques asesinos, estas cosas sobre

salen en eso; el lado del abis­mo está


muer­to.

El dis­eño frag­men­tario del poe­ma que se refuerza en la división entre ver­sos invi­ta al lec­tor a sumer­girse en sus opaci­dades. El poe­ma no nom­bra al pez, pero prepara la imag­i­nación para sosten­er su ima­gen en un sinie­stro paisaje mari­no: el “ven­ti­lador heri­do” y “las mar­cas / exter­nas de abu­so” inscriben una soter­ra­da vio­len­cia en el esce­nario poéti­co. Este poe­ma pertenece a Poems (1921), que estu­vo al cuida­do de Hil­da Doolit­tle. Puede obser­varse el cuida­do del efec­to sonoro y de la dis­tribu­ción de las pal­abras en la pági­na para realzar la ima­gen poéti­ca. Se tra­ta de una delib­er­a­da apues­ta por la dimen­sión sim­bóli­ca del lengua­je y por una extrañeza reveladora. 

En su libro Obser­va­tions (1924) toma nue­va­mente la metá­fo­ra ani­mal para elab­o­rar situa­ciones sug­er­entes por inter­me­dio de ele­men­tos nat­u­rales, como la ref­er­en­cia al neva­do sobre la mon­taña Rainier en el poe­ma “An Octo­pus”: “Com­plet­ing a cir­cle, / you have been deceived into think­ing that you have pro­gressed, / under the polite nee­dles of the larch­es / ‘hung to fil­ter, not to inter­cept the sun­light’” [Al com­ple­tar un cír­cu­lo, / te han hecho creer engañosa­mente que has pro­gre­sa­do, / bajo las edu­cadas espinas de los alerces / ‘col­ga­dos para fil­trar, no para inter­cep­tar la luz del sol][3].

La desta­ca­da obra de Mar­i­anne Moore la llevó a recibir la medal­la de The Poet­ry Soci­ety of Amer­i­ca y la medal­la nacional de lit­er­atu­ra, así como un doc­tor­a­do hon­o­rario en Har­vard Uni­ver­si­ty. Durante su vida, fue una figu­ra influyente para autores como Eliz­a­beth Bish­op y John Ash­bery y, sobre todo, se con­vir­tió en un hito para la genealogía de la escrit­u­ra de mujeres en Esta­dos Unidos.


[1] Moore, Mar­i­anne. The Oxford Book of Amer­i­can Poet­ry. New York: Oxford Uni­ver­si­ty Press, 2006. p.324. (tra­duc­ción mía).

[2] Ibid. p.324 (tra­duc­ción mía).

[3] Ibid. p. 334. (tra­duc­ción mía).

La poesía de Margaret Cavendish

Mar­garet Cavendish (1623–1673) nació con el nom­bre de Mar­garet Lucas en Colch­ester, Inglater­ra, fue filó­so­fa, cien­tí­fi­ca, poeta, dra­matur­ga y ensay­ista. Pub­licó Poems and Fan­cies (1653), Worlds Olio (1655), Nature pic­tures (1671), entre otros. Igno­ra­da en su pro­pio tiem­po, es hoy un ref­er­ente para pen­sar no sólo la relación entre el alma y el cuer­po, el libre albedrío o la nat­u­raleza de las ideas, sino tam­bién la relación entre el ser humano y el mun­do animal.

Sin estar entre­na­da for­mal­mente en filosofía, tuvo acce­so a la pres­ti­giosa Roy­al Soci­ety of Lon­don, de la cual su her­mano John era miem­bro y al “Cavendish Cir­cle” orga­ni­za­do por William, su mari­do. Sus ideas no sólo dialog­a­ron con los pos­tu­la­dos de René de Descartes, Baruch Spin­oza, David Hume, etc., sino que intro­du­jo temas pro­pios como la impor­tan­cia de la imag­i­nación en la vida humana, como se obser­va a continuación:

Of small Creatures, such as we call Fairies

Who knowes, but in the Braine may dwel
Little small Fairies; who can tell?
And by their several actions they may make
Those formes and figures, we for fancy take.
And when we sleep, those Visions, dreams we call,
By their industry may be raised all;
And all the objects, which through senses get,
Within the Braine they may in order set.
And some pack up, as Merchants do each thing,
Which out sometimes may to the Memory bring.
Thus, besides our owne imaginations,
Fairies in our braine beget inventions.[1]
De las pequeñas Criaturas, como las que llamamos Fantasías

Quien sabe, pero en el Cerebro podrían morar
Pequeñitas fantasías; ¿quién diría?
Y por sus varias acciones ellas podrían modelar
Esas formas y figuras, que por fantasía tomamos.
Y cuando dormimos, a aquellas Visiones, sueños les decimos,
Por su industria podrían se criadas todas;
Y todos los objetos, que a través de los sentidos llegan,
Dentro del Cerebro se podrían en orden.
Y algunas empacan, como los Mercaderes hacen con cada cosa,
Que a veces podría iluminar la Memoria.
Entonces, además de nuestras propias imaginaciones,
Las Fantasías en nuestro cerebro engendran invenciones. (Traducción mía)

Este es un poe­ma filosó­fi­co que priv­i­le­gia la inter­ven­ción de la imag­i­nación en la for­ma­ción del conocimien­to. Cavendish pos­tu­la que la fan­tasía, pro­duc­to de la imag­i­nación, orga­ni­za los recuer­dos, es capaz de pro­ducir nuevas impre­siones, y se respon­s­abi­lizan de las imá­genes oníri­c­as. Una de las ideas más desta­cadas de Cavendish fue su con­cep­ción de la nat­u­raleza como un con­jun­to de cuer­pos per­cep­tivos e inteligentes. Asimis­mo, con­sid­er­a­ba la mente como una enti­dad mate­r­i­al y las ideas como una especie de pin­turas pro­duci­das por la imaginación:

The Fairies in the Braine, may be the causes of many thoughts

When we have pious thoughts, and thinke of heaven,
Yet goe about, not ask to be forgiven,
Perchance their [sic] preaching, or a Chapter saying,
Or on their knees devoutly they are praying.
When we are sad, and know no reason why,
Perchance it is, because some there doe dye.
And some place in the Head is hung with blacke,
Which makes us dull, yet know not what we lack.
Our fancies, which in verse, or prose we put,
Are Pictures which they draw, or Figures cut,
And when those fancies are both fine, and thin,
Then they ingraven are in seale, or ring.
When we have crosse opinions in the minde,
They in the Schooles disputing we shall finde.
When we of childish toyes doe thinke upon,
A Fayre may be whereto those people throng,
And in those stalles may all such knacks be sold;
As Bels, and Rattles or bracelets of Gold.
Or Pins,Pipes, Whistles are to be bought there,
And thus within the Head may be a Fayre.
When that our braine with amorous thoughts doth run,
Are marrying there a Bride with her Bride-groom.
And when our thoughts are merry, humours gay,
Then they are dancing on their Wedding day.[2]
Las Fantasías en el Cerebro, podrían ser las causas de muchos pensamientos

Cuando tenemos pensamientos piadosos, y pensamos en el cielo,
Aún persistiendo en, no pedir ser perdonados,
Quizás diciendo su prédica, o diciendo un Capítulo,
O sobre sus rodillas [las fantasías] están rezando devotamente.
Cuando estamos tristes, y no sabemos por qué,
Quizás es, porque algunas ahí mueren.
Y algún lugar en la Cabeza está adornado de negro,
Lo que nos hace sombríos, sin saber todavía qué nos falta.
Nuestras ilusiones, que ponemos en verso, o prosa,
Son Pinturas, que ellas dibujan, o las Figuras que ellas cortan,
Y cuando esas ilusiones son finas y delgadas,
Entonces están grabadas en sello, o anillo.
Cuando tenemos opiniones cruzadas en la mente,
Disputando en las Escuelas las deberíamos encontrar.
Cuando nosotros los de juguetes infantiles pensamos que,
Una feria podría estar donde esa gente se amontona,
Y en esos puestos todas esas chucherías podrían ser vendidas;
Como Campanas, y Sonajas o brazaletes de Oro.
O Pines, Pipas, Silbatos están a la venta ahí,
Y entonces dentro de la Cabeza habría una Feria.
Cuando ese nuestro cerebro con amorosos pensamientos corre,
Se están casando ahí una Novia y su Novio.
Y cuando nuestros pensamientos están felices, alegremente divertidos,
Entonces ellos están danzando en su Día de bodas. (Traducción mía)

Tra­ducir este poe­ma lla­ma la aten­ción sobre la nece­saria com­pen­e­tración entre for­ma y con­tenido; porque ante la aparente opaci­dad del inglés antiguo, las con­cep­ciones filosó­fi­cas de Cavendish ayu­dan a encon­trar pre­cisión semán­ti­ca. El poe­ma hace posi­ble una visu­al­ización de lo que acon­tece en el cere­bro cuan­do las emo­ciones se man­i­fi­es­tan. Dice poéti­ca­mente que cuan­do esta­mos tristes sin saber por qué es porque una fan­tasía ha muer­to en nues­tra mente. Cavendish enfa­ti­za que el núcleo de la cre­ativi­dad está en la fan­tasía, que opera como una artista plás­ti­ca mod­e­lando y pin­tan­do imá­genes. La segun­da mitad del poe­ma remar­ca su pos­tu­ra ópti­ca de “hac­er ver” al lec­tor que el pen­samien­to dom­i­na­do por la fan­tasía es como una feria vista des­de los ojos de la infan­cia. Ambos poe­mas mues­tran la destreza de Cavendish para unificar una tarea cre­ati­va y filosó­fi­ca, en la que el lengua­je imag­i­na­ti­vo y lúdi­co de la poesía se con­ju­ga con la reflex­ión psi­cológ­i­ca y epistemológica.

[1] Cun­ning, David. Mar­garet Cavendish: Essen­tial Writ­ings. New York: Oxford Uni­ver­si­ty Press, 2019. p.169. Énfa­sis de la autora.

[2] Ibid. p. 169. Énfa­sis de la autora.

La poesía de Alice Dunbar-Nelson

El pen­samien­to con­tem­porá­neo está ani­ma­do por un impul­so por retomar aspec­tos exclu­i­dos de la his­to­ria. No se tra­ta de un ilu­so­rio inten­to de resti­tu­ción, ya imposi­ble, sino de habil­i­tar for­mas de mirar el pasa­do para abrir posi­bil­i­dades reflex­i­vas y estéti­cas para el pre­sente. La tra­duc­ción resul­ta esen­cial en esa explo­ración, porque per­mite acced­er a ras­tros ances­trales vela­dos has­ta hoy en cul­turas aje­nas y de ese modo enrique­cer nues­tra propia his­to­ria. Por ese moti­vo, traduz­co en esta ocasión a la escrito­ra Alice Dun­bar-Nel­son, auto­ra afroamer­i­cana del tem­pra­no siglo XX.

Alice Dun­bar-Nel­son (1902)

Nació con el nom­bre de Alice Ruth Moore en New Orleans (1875–1935). Hizo estu­dios de lit­er­atu­ra, his­to­ria, filosofía y dibu­jo en Straight Uni­ver­si­ty, Uni­ver­si­ty of Penn­syl­va­nia y Cor­nell Uni­ver­si­ty, donde escribió una tesis sobre la influ­en­cia de Mil­ton en Wordsworth. Se desem­peñó como maes­tra y escrito­ra de cuen­to, nov­ela, poesía, y ensayo. Fue una dis­tin­gui­da figu­ra aso­ci­a­da al peri­o­do ini­cial del movimien­to Harlem Ren­nai­sance y pub­licó en revis­tas influyentes de la época como The cri­sis y co-editó A.M.E. Review y el per­iódi­co pro­gre­sista Wilm­ing­ton Advo­cate. Además, fue activista por el dere­cho a la edu­cación para los afroamer­i­canos y por el movimien­to sufrag­ista. Adop­tó el apel­li­do Dun­bar tras su mat­ri­mo­nio con Paul Lau­rence Dun­bar y, después, el apel­li­do Nel­son, tras sus nup­cias con Robert J. Nelson.

Su libro Vio­lets and Oth­er Tales (1895), pub­li­ca­do cuan­do ape­nas tenía veinte años, con­tiene poe­mas, cuen­tos, dibu­jos y ensayos de una sutil imag­i­nación y pro­fun­di­dad reflex­i­va, como se obser­va en “Impres­sions”:

THOUGHT
A swift, successive chain of things
That flash, kaleidoscope-like now in, out now.
Now straight, now eddying in wild rings,
No order, neither law, compels their moves.
But endless, constant, always swiftly roves.
[…]

DEATH
A traveler who has always heard
That in this journey he some day must go,
Yes shudders now, when at the fatal word
He starts upon the lonesome, dreary way,
The past, a page of joy and woe,-
the future, none can say.

FAITH
Blind clinging to a stern, stone cross,
Or it may be of frailer make;
Eyes shut, ears closed to earth’s drear dross,
Immovable, serene, the world away
From thoughts- the mind uncaring for another day.[1]

PENSAMIENTO
Una veloz, sucesiva cadena de cosas
Ese destello, como un caleidoscopio ahora adentro, ahora afuera.
Ahora recto, ahora arremolinándose en anillos salvajes,
Sin orden, ni ley, empuja sus movimientos.
Pero incesante, persistente, siempre vaga apresurado.
[…]

MUERTE
Un viajante quien ha oído siempre
Que en esta travesía un día él se irá,
Sí se estremece ahora, cuando con la palabra fatal
Él se inicia en el camino solitario y triste,
El pasado, una página de alegría y aflicción, -
el futuro, nadie puede decir.

FE
Ciego aferrarse a una popa, cruz de piedra,
O puede ser de frágil hechura;
Ojos cerrados, oídos cerrados a la triste mugre de la tierra
Inamovible, serena, el mundo lejos
De los pensamientos- la mente indiferente a otro día. [traducción mía]

Este poe­ma trans­mite una mira­da con­teni­da y sev­era respec­to a los afec­tos y nociones de vida: el pen­samien­to es veloz, sal­va­je y múlti­ple, la muerte es inmi­nente y la fe es esen­cial­mente cie­ga. La agu­da visión poéti­ca de Dun­bar-Nel­son se repli­ca con tono críti­co respec­to a la memo­ria de la esclav­i­tud, como se obser­va en el poe­ma “The Negro Farm­ers of the Unit­ed States of America”:

God washes clean the souls and hearts of you,
His favored ones, whose backs bend o’er the soil,
Which grudging gives to them requite for toil
In sober graces and in vision true.
God places in your hands the pow’r to do
A service sweet. Your gift supreme to foil
The bare-fanged wolves of hunger in the moil
Of Life’s activities. Yet all too few
Your glorious band, clean sprung from Nature’s heart;
The hope of hungry thousands, in whose breast
Dwells fear that you should fail. God placed no dart
Of war within your hands, but pow’r to start
Tears, praise, love, joy, enwoven in a crest
To crown you glorious, brave ones of the soil.[2]
Dios lava escrupulosamente las almas y los corazones tuyos,
Sus favorecidos, cuyas espaldas se doblaron sobre el suelo,
Cuya avaricia les da recompensa por el esfuerzo
En gracias sobrias y en una visión verdadera.
Dios coloca en tus manos el poder de hacer
Un dulce servicio. Tu regalo supremo de frustrar
Los lobos del hambre de colmillos desnudos en el cincel
De actividades vitales. Todo muy poco todavía.
Tu banda gloriosa, limpio brote del corazón de la naturaleza;
La esperanza de hambre de miles, en cuyos pechos
Mora el miedo de que tú deberías fallar. Dios no puso dardo
De guerra entre sus manos, pero el poder de empezar
Lágrimas, premio, amor, alegría, entretejido en una cresta
Para coronarlos gloriosos, valientes de la tierra.[traducción mía]

Las con­move­do­ras pal­abras de este poe­ma que retra­ta ten­siones de odio, piedad y vio­len­cia apare­cen en Speak­er and Enter­tain­er, libro edi­ta­do por Dun­bar-Nel­son tit­u­la­do (1920) y que se pro­pu­so reunir la mejor prosa y poesía acer­ca de la raza negra. El con­tex­to de este vol­u­men, cor­re­sponde a una época clave para definir del carác­ter colec­ti­vo del tra­ba­jo cul­tur­al que man­ten­dría viva una heren­cia de dolor y for­t­aleza. El tra­ba­jo como escrito­ra, edi­to­ra y activista per­miten con­sid­er­ar a Dun­bar-Nel­son una pre­cur­so­ra fun­da­men­tal de la escrit­u­ra afroamer­i­cana escri­ta por mujeres, donde se explo­ra las com­ple­ji­dades de un lina­je de col­or diver­so y su influ­en­cia en la noción de identidad.


[1] Dun­bar-Nel­son, Alice. Vio­lets and oth­er tales. Boston, Mass.: Month­ly Review, 1895. p.63.

[2] Dun­bar-Nel­son, Alice. The Works of Alice Dun­bar-Nel­son Vol­ume 2. Lon­don: Oxford Uni­ver­si­ty Press, 198. p. 82.

Claude McKay & The Harlem Renaissance

La obra del poeta y nov­el­ista Claude McK­ay (Jamaica, British West Indies, 1889 – Chica­go, Esta­dos Unidos, 1948) par­tic­i­pa excep­cional­mente de la reivin­di­cación racial, políti­ca y lit­er­aria del movimien­to Harlem Renais­sance. Antes de migrar a Esta­dos Unidos pub­licó Songs of Jamaica (1912) y Con­stab Bal­lads (1912), escritos en el dialec­to de su natal Jamaica. Tuvo como expe­ri­en­cia deci­si­va la memo­ria famil­iar de la esclav­ización de sus pari­entes de su línea mater­na prove­nientes de Mada­gas­car, cuya his­to­ria escuchó innu­mer­ables veces en su niñez. Después de edu­carse en el Agri­cul­tur­al Col­lege en Kansas, se mudó a Nue­va York y fue colab­o­rador de numerosas revis­tas de la van­guardia artís­ti­ca y lit­er­aria de su tiem­po como Sev­en Arts, The Mes­sen­ger, The Cam­bridge Mag­a­zine, entre otras.

Ima­gen: James L. Allen/Schomburg Cen­ter for Research in Black Cul­ture, New York Pub­lic Library.

En su obra no se retra­ta un esen­cial­is­mo negro, sino el des­cubrim­ien­to de un ras­go transna­cional común en la expe­ri­en­cia mar­ca­da por la seg­re­gación racial que iden­ti­ficó a lo largo de su vida en Jamaica, Esta­dos Unidos y Europa. En la edi­ción de julio de 1919 de The Lib­er­a­tor pub­licó el emblemáti­co poe­ma: “If We Must Die” a propósi­to del ataque de blan­cos amer­i­canos a comu­nidades afroamer­i­canas durante el peri­o­do denom­i­na­do Red Sum­mer, que nom­bra actos de ter­ror­is­mo de suprema­cía blan­ca a lo largo de vein­ticin­co ciu­dades en Esta­dos Unidos:

If we must die, let it not be like hogs
Hunted and penned in an inglorious spot,
While round us bark the mad and hungry dogs,
Making their mock at our accursed lot.
If we must die, O let us nobly die,
So that our precious blood may not be shed
In vain; then even the monsters we defy
Shall be constrained to honor us though dead!
O kinsmen! we must meet the common foe!
Though far outnumbered let us show us brave,
And for their thousand blows deal one death-blow!
What though before us lies the open grave?
Like men we’ll face the murderous, cowardly pack,
Pressed to the wall, dying, but fighting back![1]
Si nosotros debemos morir, no dejes que sea como cerdos
Cazados y acorralados en un lugar deshonroso,
Mientras nos rodean los ladridos de los locos perros hambrientos,
Que se burlan de nuestra maldita suerte.
Si nosotros debemos morir, Oh déjanos morir noblemente,
Para que nuestra preciosa sangre no se derrame
En vano; entonces aún los monstruos que desafiamos
¡Se verán obligados a honrarnos aunque estemos muertos!
¡Oh hermano! ¡Debemos encontrar al enemigo común!
Aunque muy superados en número déjanos ser valientes,
¡Y por sus miles de golpes daremos un golpe fatal!
¿Pero qué miente ante nosotros la tumba abierta?
Como hombres enfrentaremos a la jauría cobarde y asesina,
¡Contra la pared, muriendo, pero contratacando! (traducción mía)

El tono des­gar­ra­do y reivin­dica­ti­vo del poe­ma es rep­re­sen­ta­ti­vo de la voz madu­ra de McK­ay.  Este poe­ma se incluyó en Harlem shad­ows (1922), que se con­sid­era la expre­sión inau­gur­al del movimien­to Harlem Renais­sance. En el pról­o­go, Max East­man señala acer­tada­mente que el poe­mario no tiene un méri­to exóti­co, ya que el tema de toda poesía es la expe­ri­en­cia del poeta, y ningún hom­bre de ningu­na otra raza en el mun­do podría tocar o imag­i­nar la expe­ri­en­cia de los hijos de los esclavos africanos en Améri­ca como lo hace McK­ay. Así se puede obser­varse en “Enslaved”:

O when I think of my long-suffering race,
For weary centuries despised, oppressed,
Enslaved and lynched, denied a human place
In the great life line of the Christian West;
And in the Black Land disinherited,
Robbed in the ancient country of its birth,
My heart grows sick with hate, becomes as lead,
For this my race that has no home on earth … [2]
Oh cuando pienso en mi raza que ha sufrido tanto
Despreciada y oprimida por incansables siglos,
Esclavizada y linchada, negándosele un lugar humano
En la gran línea de vida del cristianismo occidental:
Y desheredada en el Territorio Negro,
Robada en su ancestral país de nacimiento,
Mi corazón crece enfermo de odio, se hace guía,
Para esta raza que no tiene hogar en la tierra … (traducción mía)

La poesía de McK­ay explo­ra, por un lado, los grandes temas de la melan­colía de gen­era­ciones pasadas por el ale­jamien­to forza­do de su patria, como su poe­ma “Africa” y, por otro lado, abor­da los lazos afec­tivos del afro-descen­di­ente actu­al con su pasa­do des­de la cotid­i­an­idad. En el poe­ma “The trop­ics in New York”, las bananas, peras, man­gos, etc. provo­can una pro­fun­da nos­tal­gia por geografías dis­tantes como si se tratara del des­per­tar de una memo­ria cor­po­ral: “My eyes grew dim, and I could no more gaze; / A wave of long­ing through my body swept, / And, hun­gry for the old famil­iar ways, / I turned aside and bowed my head and wept”[3] [Mis ojos se hicieron tenues, y no pude mirar más; / Una ola de anh­elo atrav­esó mi cuer­po, / Y, con ham­bre de los viejos caminos famil­iares, / Me di la vuelta e incliné mi cabeza y lloré][4]. Sin duda, Claude McK­ay ofrece una poesía apa­sion­a­da que ha des­cu­bier­to los acordes más ínti­mos del yo poéti­co que amplía su rig­or históri­co en la expe­ri­en­cia racial. Hoy sus ver­sos tra­scien­den el tiem­po con sabor agridulce; ya que, para la población afroamer­i­cana, la pro­tec­ción ple­na de los dere­chos civiles sigue sien­do una deman­da pendiente.


[1] McK­ay, Claude. Harlem Shad­ows. New York: Har­court, Brace, and Com­pa­ny, 1922. p. 53.

[2] Ibid. p. 32.

[3] Ibid. p. 8.

[4] Tra­duc­ción mía.

Georgia Douglas Johnson & The Harlem Renaissance

El rég­i­men de lo vis­i­ble impli­ca inscribir hitos, pero tam­bién desplazar otros, bor­rar, lle­var hacia el mar­gen. Tam­bién la tra­duc­ción par­tic­i­pa de la dis­posi­ción del espa­cio int­elec­tu­al, históri­co, políti­co, artís­ti­co, porque de ella depende que algunos autores ten­gan con­tac­to con tradi­ciones de otras geografías. Poco se ha escucha­do de Geor­gia Dou­glas John­son (1880–1966) a pesar de su invalu­able con­tribu­ción lit­er­aria. Hoy más que nun­ca creo rel­e­vante recor­dar­la, dada la escaza cir­cu­lación de las expre­siones artís­ti­cas afroamer­i­canas debido a las arbi­trariedades del canon.

Pub­lic domain image
Cour­tesy Schom­burg Cen­ter for Research in Black Cul­ture, New York

La dra­matur­ga y poeta Geor­gia Dou­glas John­son perteneció al influyente movimien­to Harlem Renais­sance (1918–1937), cen­tral para la his­to­ria cul­tur­al afroamer­i­cana. John­son estudió músi­ca en Ober­lin y tam­bién en Cleve­land Col­lege of Music. Se graduó de Atlanta Uni­ver­si­ty Nor­mal Col­lege. Se mudó a Wash­ing­ton, D.C. en 1910y fue ani­mado­ra del salón lit­er­ario Sat­ur­day Nighters Club en Half-way House, su casa, fre­cuen­ta­da por escritores como Alice Dun­bar-Nel­son, Langston Hugh­es, Jean Toomer, etc. John­son pro­du­jo más de trein­ta obras de teatro y fue auto­ra de los libros de poesía The Heart of a Woman (1918), Bronze (1922), An Autumn Love Cycle (1928) y Share My World (1962).

The Heart of a Woman es una com­posi­ción des­de la expe­ri­en­cia femeni­na. Poe­mas como “The real woman” se aprox­i­man al mun­do inte­ri­or de la mujer: “Poets have sung the glo­ry of man’s pas­sion, / His mas­tery and strength for love’s delight / The woman’s part a ten­der, child­like yield­ing, / To an o’erpowering might” [Los poet­as han can­ta­do la glo­ria de la pasión del hom­bre, / Su dominio y fuerza por el deleite del amor / El rol de la mujer es tier­no, infan­til, com­plac­i­ente, / hacia un poder superior].

Pero se dice que ella posee un lengua­je par­tic­u­lar para el amor: “But greater in its pow­er for love’s expres­sion, / Because, beneath the qui­et woman-guise / Dwells a supre­mer and fiercer pas­sion / Than ever meets the eyes” [Pero más grande en su poder para la expre­sión amorosa, / Porque, deba­jo de la apari­en­cia tran­quila de la mujer / Habi­ta una supre­ma y fiera pasión][1].

Sutil­mente el poe­ma ade­lan­ta un dis­tin­ti­vo en el dis­cur­so amoroso femeni­no que en el lengua­je artís­ti­co a par­tir de los años sesen­ta en Esta­dos Unidos se tra­ducirá en una políti­ca de la cor­po­ral­i­dad femenina.

Bronze abor­da las rela­ciones inter­ra­ciales y los der­roteros de la mater­nidad en un mun­do racista. John­son escribe: Este libro es el hijo de una amar­ga heri­da-ter­restre[2]. Habla de una aflic­ción, que como resalta W.E.B. Du Bois, cor­re­sponde al ser una mujer de col­or en 1922, como puede verse en “Let me not hate”: “Let me not hate, although the bruis­ing world decries my peace, / Gives me no quar­ter, hounds me while I sleep; Would snuff the can­dles of my soul and sear my inmost dream­ings” [No me dejes odi­ar, aunque el mag­ul­la­do mun­do niegue mi paz, / No me dé lugar, me per­si­ga cuan­do duer­mo; Apague las velas de mi alma y queme mis más recón­di­tos sueños][3].

Este libro tam­bién desta­ca el reasen­tamien­to for­zoso, como en “Hegi­ra”: “Oh, black man, why do you north­ward roam, and leave all the farms land bare?” [Oh, hom­bre negro, porqué te encam­i­nas el norte, y dejas yer­mas todas las tier­ras de las gran­jas][4]. Una segun­da voz responde: “you’ve tor­tured, and wound­ed, and fil­tered their blood ‘till a bud­ding hegi­ra has blown” [Has tor­tu­ra­do, heri­do, fil­tra­do su san­gre has­ta que la incip­i­ente hégi­ra explotó][5]. Así se comen­ta la dolorosa migración de la población afroamer­i­cana tras la Guer­ra de Secesión.

El libro mues­tra una inter­pretación poéti­ca de la expe­ri­en­cia racial­iza­da que incluye un desalien­to severo, como en “Black woman”

Black Woman

Don’t knock at my door, little child, I cannot let you in
You know not what a world this is of cruelty and sin.
Wait in the still eternity until I come to you,
The world is cruel, cruel, child, I cannot let you in!

Don’t knock at my heart, little one, I cannot bear the pain
Of turning deaf-ear to your call time and time again
You do not know the monster men inhabiting the earth,
Be still, be still, my precious child, I must not give you birth.[6]
Mujer negra

No toques mi puerta, pequeño niño, no te puedo dejar entrar
No sabes qué mundo es este de crueldad y pecado.
Espera en la quieta eternidad hasta que venga hacia ti,
¡El mundo es cruel, cruel, niño, no te puedo dejar entrar!

No toques mi corazón, pequeño, no puedo soportar el dolor
De hacer oídos sordos a tu llamado una y otra vez
No conoces al hombre monstruoso que habita la tierra
Quieto, quieto, mi hijo precioso, no te debo alumbrar.
(traducción mía)

La deses­per­an­za se con­trasta con poe­mas como “When I rise up”:

When I rise up

When I rise above the earth,
And look down on the things that fetter me,
I beat my wings upon the air,
Or tranquil lie,
Surge after surge of potent strength
Like incense come to me
When I rise up above the earth
And look down upon the things that fetter me.[7]
Cuando me levanto

Cuando me elevo sobre la tierra,
Y desprecio las cosas que me atan,
Agito mis alas al viento,
O me tumbo tranquila,
Ola tras ola de potente fuerza
Como incienso viene a mí
Cuando me alzo sobre la tierra
Y menosprecio las cosas que me atan.
(traducción mía)

Des­de la sin­gu­lar­i­dad femeni­na, la poesía de John­son sug­iere, medi­ante los mat­ices entre angus­tia y opti­mis­mo, la com­ple­ji­dad que car­ac­ter­i­za al “negro nue­vo”, aso­ci­a­do al movimien­to Harlem Renais­sance. Alain Locke sos­tu­vo que en oposi­ción  al “negro antiguo”, que era una mera fór­mu­la históri­ca, este movimien­to enrique­ció la real­i­dad amer­i­cana des­de una nue­va sub­je­tivi­dad: “The great social gain in this is the releas­ing of our tal­ent­ed group from the arid fields of con­tro­ver­sy and debate to the pro­duc­tive fields of cre­ative expres­sion” [La gran ganan­cia social es el desplaza­mien­to de nue­stro tal­en­toso grupo des­de la zona de la con­tro­ver­sia y el debate hacia la zona pro­duc­ti­va de la expre­sión cre­ati­va ][8].


[1] John­son, Geor­gia Dou­glas. The Heart of a Woman. Boston: The Corn­hill Com­pa­ny, 1918. p. 8

[2] John­son, Geor­gia Dou­glas. Bronze. Boston: Brim­mer com­pa­ny, 1922. p.3.

[3] Ibid. p. 22.

[4] Ibid. p. 33.

[5] Ibid. p. 34.

[6] Ibid. p. 43.

[7] Ibid. p. 62.

[8] Locke, Alain, The New negro. New York, N.Y. : Simon & Schus­ter, 1997. p.15.

Translation Lockdown

Imag­ine que su lengua estu­viera hoy puer­tas aden­tro, en cuar­ente­na. La luz ape­nas entra, es pri­mav­era, se esper­a­ba col­or y vivaci­dad en los alrede­dores pero llueve ince­san­te­mente. En la medi­ana oscuri­dad nada sale y nada ingre­sa, ni el tiem­po. Las noches y los días son aho­ra úni­ca­mente los tra­ba­jos y los días, menu­da frase, Hes­ío­do, ¿qué tenías en la cabeza? No hay des­can­so para el espíritu, la con­tin­ua clar­i­dad es saber per­ma­nen­te­mente que no podremos cruzar esa puer­ta, y la noche, des­can­so de los mús­cu­los, diver­ti­men­to del áni­mo, ya no es la mis­ma. Ust­edes lenguas extran­jeras, ¿aún recuer­dan qué es tomarse una cerveza hela­da con los ami­gos de otras tier­ras? ¿Ves? A eso me refiero, al tér­mi­no de nue­stros encuen­tros clan­des­ti­nos. Así no se puede andar de romance en estos días. Has­ta mi crush con las lenguas muer­tas y sus dec­li­na­ciones sue­nan hoy a encuen­tro épico.

Que me dis­tan­cie dicen, que me acos­tum­bre a lle­var una más­cara, a no espar­cir mis neol­o­gis­mos. Aquí los cri­aré, mien­tras tan­to, para que cuan­do sea posi­ble cor­ran libres por las calles y hagan nuevos ami­gos; y resi­s­tiré todo lo que pue­da para no destacar pal­abras infec­ciosas, ni referirme al mal que nos aque­ja y decidió unificar nue­stros des­ti­nos para neu­tralizar todo acer­camien­to. Me pre­ocu­pa perder lo gana­do, todos los puentes con­stru­i­dos para cono­cer lenguas extrañas, para com­pren­der sus mecan­is­mos, su for­ma ale­gre de pon­er en mar­cha un ver­so, todas las pul­sa­ciones de una emo­ción, nue­va­mente medi­da y ensaya­da para alcan­zar un ángu­lo seme­jante al del poe­ma orig­i­nal, se pier­den aho­ra y son sólo un recuer­do de habil­i­dades pasadas, de voces que se tra­jeron más cer­ca y que aho­ra se desvanecen.

Me dicen, tam­bién, que mis sen­timien­tos no son biológi­cos, ni están deter­mi­na­dos, que mi soledad es una inven­ción de la Mod­ernidad, que si los ermi­taños de antes podían irse al bosque y esper­ar la ilu­mi­nación, si podían en noches fer­vorosa­mente ilu­mi­nadas oír la voz de Dios, yo tam­bién sen­tiría el calor de otras for­mas de com­pañía, y si Vir­ginia Woolf veía en su cuar­to muy pro­pio un esta­do cre­ati­vo pleno, que si el mis­mo Jesús se fue solo al desierto…pero no es lo mis­mo, ¿y si la lengua de Dios estu­viera dis­per­sa allí afuera? y ¿si toda creación naciera de una con­ver­sación, de un rumor en otro lado? Quizás toda pal­abra creado­ra naz­ca de una com­pli­ci­dad necesaria.

Para ale­grarme, dicen que ya no sería impor­tante el con­tac­to con un poe­ma foras­tero, con sus cos­tum­bres curiosas, ris­i­bles, o llenas de ter­nu­ra. Mejor dicho, no sería for­zoso aguan­tar capri­chos, el mal humor, ni pre­ten­siones her­méti­cas; pero explíquen­me, entonces, ¿qué sen­ti­do tiene hablarse a uno mis­mo sin poder dis­en­tir y no com­pren­der, frus­trarse, quedarse a medio camino? porque en esa búsque­da entre mi umbral y el tuyo yo desenred­a­ba mi made­ja y hacía nudos nuevos. Me dirán, con una son­risa de quien ha leí­do mucho, que eche mano de mi dis­o­ciación de iden­ti­dad, que pon­ga a debatir a mi yo con mi ello, y que se amoti­nen con­tra mi superyó; pero, ami­gos, el con­tac­to que reclamo es sim­ple: la tra­duc­ción es cor­po­ral o no es. Un cos­mos mate­r­i­al que se acera a otro, mor­fos­in­taxis a la vista, para­lelis­mos que estrechan sus manos, tro­pos jugosos de un besi­to en la sombra…

Sigo esperan­do, aho­ra todo es inte­ri­or, más pri­va­do, códi­gos inalien­ables, «abastéz­case con sus pro­pios clási­cos», me dicen, pero no puedo con­tenerme. Emi­ly Dick­in­son rea­parece, entonces, gen­erosa tras la ven­tana, porque ella más que nadie sabe de la aspereza de la soledad:

“Hope” is the thing with feathers–
That perches in the soul
And sings the tunes without the words –
And never stops – at all –

And sweetest –in the Gale– is heard–
And sore must be the storm–
That could abash the little Bird
That kept so many warm –

I’ve heard it in the chillest land –
And on the strangest Sea –
Yet, never, in Extremity,
It asked crumb – of Me.
“Esperanza” es un objeto con plumas –
Que se posa en el alma
Y canta las melodías sin palabras–
Y no se detiene nunca – para nada –

Y más dulce– en el Vendaval – es escuchado –
Y la tormenta debe estar tan adolorida –
Que pudo avergonzar al Pajarito
Que mantuvo la calidez en tantos–

Lo he oído en la tierra más fría –
Y en el Mar más extraño –
Pero, nunca, en Extremo,
Pidió miga alguna – de Mí.
(traducción mía)

Ojos juguetones

Nues­tra época tra­ta de ser una época plur­al, abier­ta a los sen­ti­dos de perte­nen­cia, y tam­bién de negación del deter­min­is­mo de los orí­genes para enten­der el movimien­to de las per­sonas hacia el futuro que desean. Por esa com­ple­ji­dad de obje­tivos aún se requieren cier­tas defini­ciones, pero defini­ciones arries­gadas que recha­cen la fijeza de ras­gos y la per­ma­nen­cia de lim­ita­ciones. Con este fin, se puede echar mano de la ten­den­cia de la poesía a nom­brar de for­ma explorato­ria, como lo hace Ralph Wal­do Emer­son al dis­cu­tir lo que entiende por “poeta”.

Emer­son fue uno los int­elec­tuales más influyentes de Esta­dos Unidos del siglo XIX. Su ensayo “El poeta” (1844) tuvo gran influ­en­cia en Walt Whit­man (1819–1892) y Wal­lace Stevens (1879–1955). Explicó que los cono­ce­dores de arte tenían un pen­samien­to muy local, como un leño reseco que se fro­ta para obten­er fuego, mien­tras que todo lo demás per­manecía frío[1]. Sos­tu­vo que el estu­dio de las artes con­sti­tuía un conocimien­to lim­i­ta­do de for­mas que se ejer­cían para el entreten­imien­to y el espec­tácu­lo, y que sólo las mentes bril­lantes aún pens­a­ban en los múlti­ples sig­nifi­ca­dos de cada hecho sen­si­ble. Los creadores eran hijos del fuego, hechos de él:

A moody child and wildly wise
Pursued the game with joyful eyes,
Which chose, like meteors, their way,
And rived the dark with private ray:
They overleapt the horizon’s edge,
Searched with Apollo’s privilege;
Through man, and woman, and sea, and star,
Saw the dance of nature forward far;
Through worlds, and races, and terms, and times,
Saw musical order, and pairing rhymes.[2]
Un caprichoso niño salvaje
Persiguió la partida con sus ojos juguetones,
Que eligieron, como meteoros, su camino,
Y desgarraron la oscuridad con un rayo privado:
Ellos saltaron por el borde del horizonte,
Buscaron con el privilegio de Apolo;
A través de hombre, mujer, mar, y estrella,
Vieron la danza de la naturaleza avanzar a lo lejos;
A través de mundos, y carreras, y términos, y tiempos,
Vieron orden musical, y ritmos emparejados.

Para Emer­son era clave atribuir­le al poeta una aper­tu­ra sen­si­ble que con­vertía su per­sona en un órgano de per­cep­ción. En su ensayo “Nat­u­raleza” (1836) escribió que el sol úni­ca­mente ilu­mina­ba el ojo del hom­bre, pero bril­l­a­ba en el ojo y el corazón del niño. Así planteó fig­u­rada­mente que en la niñez nue­stros sen­ti­dos inter­nos y exter­nos están ínti­ma­mente rela­ciona­dos. Quien ama la nat­u­raleza es aquel que retiene su espíritu infan­til aún en la adul­tez: “In pres­ence of nature, a wild delight runs through the man, in spite of real sor­rows” [En pres­en­cia de la nat­u­raleza, un sal­va­je deleite corre a través del hom­bre, a pesar de sus penas reales][3]. Sin embar­go, ese priv­i­le­gio de intim­i­dad con la nat­u­raleza, que es “rayo pri­va­do”, toma sen­ti­do en su explo­ración extra-indi­vid­ual: “A través de hom­bre, mujer, mar, y estrel­la, / Vieron [sus ojos] la dan­za de la nat­u­raleza avan­zar a lo lejos”. En su ensayo reit­era que el poeta no nos avisa de su riqueza, sino de la riqueza común[4].


Car­i­catu­ra de Emer­son por Christo­pher Cranch (1813–1892)

La aper­tu­ra infan­til del niño hacia la nat­u­raleza se tra­duce en una for­ma de estar per­ma­nen­te­mente jóvenes y acompañados.

Olympian bards who sung
Divine ideas below,
Which always find us young,
And always keep us so.
Bardos olímpicos que cantan
Ideas divinas por debajo,
Que siempre nos encuentran jóvenes,
Y siempre nos mantienen así.

En la visión de Emer­son, la com­pañía del poeta es vital, porque recibe y trans­mite su expe­ri­en­cia de la nat­u­raleza. Un poeta no es una mera caja de músi­ca que met­ri­fi­ca; sino quien hace argu­men­tos, y pen­samien­tos apa­sion­a­dos y vivos: como el espíritu de una plan­ta o un ani­mal que tiene una arqui­tec­tura propia. Para Emer­son, el pen­samien­to tiene un may­or peso que la for­ma: quien es poeta cabal­ga en las pal­abras como en cabal­los de pen­samien­to[5]. Sin embar­go, las pal­abras son una especie de tra­duc­ción de las for­mas nat­u­rales y sen­si­bles. Asimis­mo, el poeta que tiene un nue­vo pen­samien­to tiene, posee una nue­va expe­ri­en­cia que desple­gar. Por lo que la expe­ri­en­cia de cada nue­va era requiere una nue­va con­fe­sión[6].

Aunque quien es poeta se defi­na como un ojo aler­ta, hoy en día la per­ti­nen­cia y la efi­ca­cia de su pal­abra es incier­ta: ¿para qué poet­as en tiem­po de penuria?, inter­ro­ga­ba Mar­tin Hei­deg­ger; escribir poesía después de Auschwitz es bár­baro e impi­de por sí mis­mo ver por qué es imposi­ble, dijo algu­na vez Theodor Adorno[7]. En el siglo XXI, qué, cómo y por qué escribir poesía se sigue dis­cutien­do pre­cisa­mente porque el poeta sigue en pos­esión de la lucidez que Emer­son le atribuye, y no deja de obser­var ni de obser­varse a sí mis­mo. No es, entonces, un ojo sola­mente, sino un ojo que pre­gun­ta. Hoy que es tiem­po de enfer­medad ¿qué pre­gun­tará el/la poeta?


[1] Emer­son, Ralph Wal­do. “The poet.” The anno­tat­ed Emer­son. Edit­ed by David Mikics. Cam­bridge, Mass.: Belk­nap Press of Har­vard Uni­ver­si­ty Press, 2012. pp. 199–222. p. 199.

[2] Ibid. p. 199 (Tra­duc­ción mía).

[3] Emer­son, Ralph Wal­do. “Nature”. The anno­tat­ed Emer­son. Edit­ed by David Mikics. Cam­bridge, Mass.: Belk­nap Press of Har­vard Uni­ver­si­ty Press, 2012. 27–51. p. 31.

[4] Ibid. p. 200.

[5] Ibid. p. 211.

[6] Ibid. p. 204.

[7] Adorno, Theodor. “Cul­tur­al Crit­i­cism and Soci­ety” Prisms. Trad. Samuel and Shier­ry Weber. Lon­don: MIT Press, 1997.

Melancolía de un poema: Georg Trakl al español

La melan­colía de un poe­ma no sólo puede pen­sarse como su con­tenido. Un poe­ma tam­bién se hace melancóli­co en su tra­duc­ción. Cier­to aban­dono de sí mis­mo, cier­to ale­jamien­to de sus cos­tum­bres, y la trans­fig­u­ración de los tem­blores de su voz cre­an en él un áni­mo ret­ro­spec­ti­vo. Aunque la defini­ción común de melan­colía remi­ta a la tris­teza, el psi­coanáli­sis resalta su con­no­tación de pér­di­da. Sig­mund Freud, dice que rep­re­sen­ta un ries­go extremo para el suje­to, pues induce a un vaci­amien­to aniquilador, en el que la iden­ti­fi­cación con lo per­di­do con­duce a la pér­di­da de uno mis­mo.[1] El poe­ma tra­duci­do abraza su melan­colía al dejar las vestiduras de su lengua orig­i­nal, que son su otro modo de ser que seguirá mirán­do­lo des­de lejos. 

Este fenó­meno se parece a la expe­ri­en­cia del exil­i­a­do, quien debe apren­der a vivir bajo techos pro­vi­sion­ales, ale­ja­do de su ter­ri­to­rio famil­iar, pero cuya fuerza deviene de su capaci­dad para desafi­ar fron­teras. A con­tin­uación pre­sen­to un poe­ma de Georg Trakl (1887–1914) que a la vez que refiere semán­ti­ca­mente a la melan­colía, sirve como instru­men­to poéti­co para pen­sar la tarea de la traducción:

Trüb­sinn
Weltunglück geistert durch den Nachmittag.
Baracken fliehn durch Gärtchen braun und wüst.
Lichtschnuppen gaukeln um verbrannten Mist,
Zwei Schläfer schwanken heimwärts, grau und vag.

Auf der verdorrten Wiese läuft ein Kind
Und spielt mit seinen Augen schwarz und glatt.
Das Gold tropft von den Büschen trüb und matt.
Ein alter Mann dreht traurig sich im Wind.

Am Abend wieder über meinem Haupt
Saturn lenkt stumm ein elendes Geschick.
Ein Baum, ein Hund tritt hinter sich zurück
Und schwarz schwankt Gottes Himmel und entlaubt.

Ein Fischlein gleitet schnell hinab den Bach;
Und leise rührt des toten Freundes Hand
Und glättet liebend Stirne und Gewand.
Ein Licht ruft Schatten in den Zimmern wach.
Melan­colía
La espeluznante catástrofe mundial por la tarde.
Las cabañas huyen por el jardincito marrón y baldío.
Chispas de luz revolotean en la basura quemada,
Dos durmientes dan tumbos rumbo al hogar, sombrío y vago.

De la pradera reseca corre un niño
Y juega con sus ojos negros y tersos.
El oro gotea de los lánguidos arbustos mortecinos.
Un hombre viejo gira entristecido en el viento.

En la noche otra vez sobre mi cabeza
Mudo guía Saturno a una miserable fortuna.
Un árbol, un perro retrocede
Y ennegrecido da tumbos el deshojado cielo de Dios.

Un pececito se desliza presuroso río abajo;
Y callademente se mueve la mano del amigo muerto
Y amorosamente alisa frente y traje.
Una luz despierta a sombras en las habitaciones.[2]

Georg Trakl es un poeta aus­tri­a­co, que inspiró al movimien­to Expre­sion­ista alemán. El poe­ma que traduz­co perteneció a su primer libro, Gedichte (1913), pub­li­ca­do un año antes de que com­bat­iera en la Primera Guer­ra mundi­al. El poe­ma mues­tra la ten­den­cia intro­spec­ti­va y oníri­ca de su esti­lo. Un imag­i­nario de deca­den­cia y destruc­ción es la ante­sala de “los dur­mientes” que regre­san a su hog­ar. Como se obser­va cada estro­fa trae imá­genes de situa­ciones inconexas. La figu­ra de los que regre­san, en la primera estro­fa, se diluye y no prosigue, como si se negara su ansi­a­do retorno. 

Sin embar­go, la lóg­i­ca ret­ro­spec­ti­va se reit­era en la segun­da estro­fa donde la niñez y la vejez se con­trastan. Un niño jue­ga, pero carece de la lozanía de la infan­cia. La nat­u­raleza tétri­ca con­tex­tu­al­iza la pesad­um­bre del “hom­bre viejo” y com­parte su deca­den­cia con la del niño som­brío. Lo que indi­ca una pre­dom­i­nan­cia de la sub­je­tivi­dad enve­je­ci­da que recuer­da la niñez des­de la senilidad. 

La estro­fa sigu­iente lle­va esta atmós­fera de descom­posi­ción hacia la esfera celeste, donde el dios pagano Sat­urno sólo puede ori­en­tar hacia un des­ti­no inde­seable. El últi­mo ver­so de la estro­fa: “Und schwarz schwankt Gottes Him­mel und ent­laubt”: “Y ennegre­ci­do da tum­bos el desho­ja­do cielo de Dios”, con­den­sa la car­ac­terís­ti­ca capaci­dad de Trakl para invo­car la belleza de la impo­ten­cia metafísi­ca, o para artic­u­lar­la bellamente. 

La fuerza del poderoso imag­i­nario de Trakl, donde con­ver­gen nat­u­raleza, muerte y ter­nu­ra, aparece en la últi­ma estro­fa. En una lec­tura metafóri­ca del poe­ma en conec­ción con el que­hac­er de la tra­duc­ción, puede decirse que el cuer­po del ami­go difun­to es anál­o­go al obje­to de la melan­colía de un poe­ma en tra­duc­cion, es decir, el poe­ma en su lengua orig­i­nal, y  la  tra­duc­ción es el sutil pece­cil­lo que a penas lo toca. Puede decirse que la tra­duc­ción tiene como par­a­dig­ma ese movimien­to respetu­oso con el que se va río aba­jo en acti­va exploración.


[1] Freud, Sig­mund, James Stra­chey, and Anna Freud. Com­plete Psy­cho­log­i­cal Works: Stan­dard Edi­tion: on the His­to­ry of the Psy­cho-Ana­lyt­ic Move­ment, Papers on Metapsy­chol­o­gy, and Oth­er Works (1914–1916). Lon­don: Hog­a­rth Press, 1978. p. 249

[2] Tra­duc­ción mía

Animales tutelares de quien traduce un poema

Abrace a su primer su ani­mal espir­i­tu­al: el topo. La riqueza de un tex­to estará en su sub­sue­lo, en los canales inte­ri­ores del poe­ma cuya cor­ri­ente hay que preser­var con cier­ta ceguera esen­cial. Es recomend­able man­ten­er los aspec­tos que desafían la decod­i­fi­cación para dejar lo incom­pren­si­ble en su propia nat­u­raleza, como se obser­va en el inten­to de tra­ducir A Book Con­clud­ing With As a wife has A Cow de Gertrude Stein: 

Fifty

Fifty fifty and fifty-one, she said she thought so and she was told that that was about what it was. Not in place con­sid­ered as places. Julia was used only as cake, Julia cake was used only as Julia. In some coun­tries cake is called can­dy. The next is as much as that. When do they is not the same as why do they. 

Cin­cuen­ta

Cin­cuen­ta cin­cuen­ta y cin­cuen­ta- uno, ella dijo que pen­só eso y a ella le dijeron que eso era sobre lo que era. Sin lugar con­sid­er­a­do como lugar. Julia fue usa­da sólo como un pas­tel, Julia pas­tel fue usa­da sola­mente como Julia. En algunos país­es al pas­tel se le dice dulce. El sigu­iente es tan­to como eso. Cuan­do ellos lo hacen no es lo mis­mo que por qué lo hacen ellos. [1]

Del mis­te­rio surge la impor­tan­cia de la espera que, como en la dinámi­ca de la seduc­ción, sostiene la ten­sión de los cuer­pos que no se tocan. Encomién­dese, entonces, al oso pere­zoso. Él se des­pereza, abre sus bra­zos y aún no lle­ga al brote tier­no de la hoja, y aunque la ten­ga en su lengua no ter­mi­na de ten­er­la. Por ejem­p­lo, quisiéramos saber quién es Julia y deter­mi­nar si el tono del tex­to es iróni­co, travieso o sec­re­ta­mente rev­e­lador, pero la respues­ta se escapa. Sólo sabe­mos que Stein gus­ta del enca­de­namien­to de encuen­tros inesperados: 

Had a Horse

If in place of a nose she had a horse and in place of a flower she had wax and in place of a mel­on she had a stone and in  place of per­fume buck­les how many days would it be.

Tuviera un caballo

Si en lugar de una nar­iz ella tuviera un cabal­lo y en lugar de una flor ella tuviera cera y en lugar de un melón ella tuviera una piedra y en lugar de un per­fume hebil­las cuán­dos días sería. [2]

El poe­ma sim­u­la ser una especie de prob­le­ma matemáti­co en un plano hipotéti­co sin medi­das, ni resul­ta­dos. Ese ter­reno innom­bra­do es sim­i­lar al ter­reno donde yacen las deseadas equiv­a­len­cias de pal­abras de dis­tin­tas lenguas, pero donde son fre­cuentes las impre­ci­siones. Para guiarse, el tra­duc­tor escala las capas sim­bóli­cas de los poe­mas y acude al tute­la­je del águila quien le recor­dará que debe sobrevolar el ter­reno y ver detenida­mente la pre­sa ver­bal antes de asaltarla:

Emi­ly

Emi­ly said Emi­ly said, Emi­ly is admit­ted­ly Emi­ly. Emi­ly said Emi­ly is admit­ted­ly is Emi­ly said Emi­ly is admit­ted­ly Emi­ly said Emi­ly is Emi­ly admittedly.

Emi­ly

Emi­ly es acep­ta­da cier­ta­mente, Emi­ly es cier­ta­mente Emi­ly es cier­ta­mente. Emi­ly dijo Emi­ly dijo, Emi­ly es cier­ta­mente Emi­ly. Emi­ly dijo Emi­ly es cier­ta­mente es Emi­ly dijo Emi­ly es cier­ta­mente Emi­ly dijo Emi­ly es Emi­ly cier­ta­mente. [3]

Stein mues­tra su interés por la repeti­ción que pro­gre­si­va­mente crea extrañamien­to. Las vari­antes con­struyen la com­pul­sión de Emi­ly no por declarar su cer­tidum­bre, sino por recrear lingüís­ti­ca­mente su angus­tia por artic­u­lar certeza sobre su iden­ti­dad. La imper­fec­ción de mi tra­duc­ción recuer­da que quien tra­duce no debe temer a la muerte, porque tra­ducir es morir un poco. 

Muere la recreación exac­ta porque es imposi­ble lograr la mis­ma sonori­dad del orig­i­nal, aunque sí se logre cap­turar algo de su ansiedad. Para apre­ciar la tra­duc­ción, debe invo­carse la pres­en­cia de la estrel­la de mar, que se regen­era y aprende a amar ese bra­zo, que no es su bra­zo muer­to, sino la huel­la de una imposi­ble res­ur­rec­ción. Así sucede con el gesto de “tra­duc­ción”  de las pal­abras de Stein: “Near­ly all of it to be as a wife has a cow, a love sto­ry. All of it to be as a wife has a cow, all of it to be as a wife has a cow, a love sto­ry…” a una litografía de Juan Gris:

Litografía de Juan Gris (1887–1927), en Stein, Gertrude: A Book Con­clud­ing With As A Wife Has a Cow A Love Sto­ry, Berlin: Some­thing Else Press.

Near­ly all of it to be as a wife has a cow, a love sto­ry. All of it to be as a wife has a cow, all of it to be as a wife has a cow, a love sto­ry… (Gertrude Stein)

El error es madre de toda novedad y la tra­duc­ción no puede rec­haz­arla, porque quizás ven­ga en com­pañía de un ani­mal descono­ci­do, sin ros­tro pero vig­oroso, como el ani­mal al que el poeta cubano José Leza­ma Lima llam­a­ba ani­mal más trans­par­ente: la luz. Nos refe­r­i­mos al bril­lo inte­ri­or del poe­ma tra­duci­do, que aunque imper­fec­to deja un haz lumi­noso sobre la página. 


[1]Stein, Gertrude. “A Book Con­clud­ing with As a Wife Has a Cow A Love Sto­ry”. The Oxford Book of Amer­i­can Poet­ry. Oxford: Oxford UP, 2006. p. 242. (tra­duc­ción mía). 

[2] Ibid. p. 241. (tra­duc­ción mía). 

[3] Ibid. p. 241. (tra­duc­ción mía).